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Foto del escritorSara Simmer

Capítulo 10: Gerald

Suryan se asustó al ver la puerta abierta, conocía poco a Gerald, pero sabía que le no de dejaría la puerta así, pero si algo había aprendido de su hermana era a ser valiente así que, sin pensarlo dos veces, entró en la casa.

−¿!Gerald¡? Soy yo, Suryan, ¿dónde estás?

Pero nadie respondió y eso asustó más a Suryan. Buscó por toda la planta baja de la casa, no estaba en el salón, tampoco en la cocina ni en el baño. Salió al jardín a buscarlo, tampoco estaba, fue a la parte de atrás de la casa y no había rastro de él. Volvió a entrar y subió a la planta de arriba y buscó en el baño y en su cuarto, no estaba. Volvió a salir y se sentó en la puerta de la calle esperando a que apareciera.

Suryan se estaba desquiciando, no le encontraba, ¿tan mal lo pasó anoche con ella? En esos momentos, se sentía muy sola, no encontraba a Gerald, no tenía a su hermana y encima había discutido con ella esta mañana. Por suerte, tenía a Linnea, la sacó y se puso a charlar con ella.

−Ay Linnea, no le encuentro, no se dónde puede estar… Me tiene preocupada… Nunca suele estar en el Reino Mágico y tampoco creo que salga mucho de casa…

Linnea se posó en sus rodillas.

−¿Dónde puede estar?

Linnea no podía hablar con ella, solo emitía ruiditos de conejo. Tener a su amiguita ahí con ella para siempre la consolaba bastante. Estaba muy cansada así que decidió entrar y echarse en el sofá.

Pasaron aproximadamente 6 horas desde que Suryan llegó a la casa de Gerald. De pronto, un ruido fuerte la despertó. Del sobresalto se calló al suelo, pero se levantó rápido y salió corriendo a la calle. Por suerte para ella, el ruido lo había provocado la escoba cohete de Gerald. Nada más verlo salió corriendo a abrazarlo.

− ¿Qué haces en mi casa Suryan? −A pesar de que a Gerald le había gustado que Suryan le recibiera en casa, ya le había dejado claro que él y ella no podían estar juntos.

−He venido a hablar contigo, pero cuando he llegado, la puerta estaba abierta y me he asustado, pensé que te había pasado algo…

A Gerald le pareció muy mono que Suryan se hubiera preocupado por él, pero le enfadaba que su puerta estuviera abierta.

−¿Había alguien dentro?

−No, yo no he visto a nadie más

−Quédate aquí

Gerald entró rápidamente a casa, no le daba buena espina que su puerta estuviera abierta, él siempre la cerraba con llave

Gerald buscó rápidamente por la planta baja pero no encontró a nadie así que subió corriendo a la planta de arriba y nada más entrar a su dormitorio había alguien buscando entre sus cosas.

−¿¡QUÉ HACES AQUÍ?!

−He venido a por pruebas de que tú mataste a los padres de Suryan y Luan y a demostrar que como forma de arrepentimiento te acostaste con ella

−Sabes perfectamente que no me he acostado con ella porque sí, sino no hubiera pasado lo que pasó anoche. Que no soy idiota Scott, yo también lo sentí

A Scott le estaba empezando a arder la sangre, igual que a Gerald.

−¿Entonces por qué te has acostado con ella? ¿Por amor? Venga hombre Gerald, que nos conocemos. Te has acostado con ella por despecho, para vengarte de Gwen por quitarte a Alatar

Esas palabras colmaron la paciencia de Gerald y este se abalanzó sobre Scott, comenzando una pelea.

−Como vuelvas a decir algo así sobre mí y Alatar te juro...

−Que, que me partes la cara, eso ya lo has dicho. Admítelo, el mojigato eres tú no yo. El asesino eres tú, no yo

Gerald se hartó de hablar y comenzó a golpear más fuerte a Scott.

Suryan estaba en la puerta del cuarto, viéndolo y escuchándolo todo. Estaba paralizada por el miedo que le provocaban los dos hombres de los que se había enamorado. Pero, cuando Gerald se levantó, una valentía que nunca había sentido la invadió y se puso en medio de ellos dos.

−¡BASTA! ¡ESTAIS LOCOS LOS DOS!

Ninguno de los dos se esperaba esa reacción de Suryan. Gerald la miraba con los ojos llenos de ira, pero no podía hacerla nada, si le tocaba un pelo nunca se lo perdonaría. Sin embargo, Scott ignoraba por completo a Suryan, estaba sediento de venganza y quería demostrar que Gerald era un asesino.

Suryan cogió aire y se quitó del medio ayudando a Scott a levantarse.

−Creo que es hora de que te vayas…

−Eso Gerald, déjala en paz. Ya la has oído.

−No…Es hora de que te vayas tú Scott

−¿Cómo?

−Ya me has oído, vete. A demás, esta no es tu casa

Scott se limitó a mirar a Suryan. La había decepcionado y se acababa de dar cuenta de su error. Pasaron unos segundos hasta que Scott decidió irse.

−¿Por qué has hecho eso Gerald? −Se notaba la decepción en la voz de Suryan. Estaba muy dolida, pero quería explicaciones.

−Estaba en mi casa, husmeando en mis cosas

−No me sirve como escusa Gerald, no tenías que haberle dado tal paliza…−En ese momento, Suryan se percató de las manos ensangrentadas de Gerald−Vamos a curarte, pero después quiero explicaciones

−Ah! Escuece…

−Muy valiente para pegarte, pero muy gallina para curarte−Suryan seguía curándole las heridas mientras sonreía, sabía que esa frase le había afectado a su ego.

Después de un rato curando a Gerald, Suryan se sentó a su lado.

− ¿Me puedes explicar las cosas por favor?

− ¿Por dónde empiezo?

−Por el principio por favor… No te saltes nada. Y me gustaría que me fueras totalmente sincero y que me cuentes porque Scott está tan obsesionado con que tú mataste a mis padres.

Gerald cogió aire y comenzó desde el principio, como ella había pedido.

“Cuando era pequeño, mi padre me maltrataba porque yo no era mago como él y me culpaba de que mi madre muriera en el parto. Yo nací siendo un simple niño mortal y eso para ellos era una deshonra. Durante años, todos los días recibía una paliza suya. No iba al colegio, no tenía amigos, no tenía nada, dormía en el sótano de mi casa, pero no en un colchón, dormía en el suelo frío y húmedo.

Las palizas que me daba mi padre cuando estaba sobrio no eran nada comparadas con las que me daba cuando estaba ebrio. Había veces que me pegaba puñetazos, otras veces cogía cosas y me las tiraba encima, otras con el cinturón.

Se pasó así los 18 primeros años de mi vida, pero cuando cumplí la mayoría de edad, me fui y llegué a Glimmerbrook. Estaba hecho polvo, lleno de heridas y cicatrices, lleno de sangre y no tenía donde comer ni dormir. Pero tu padre me encontró y me llevo a su casa. Tus abuelos me criaron como a un hijo, me curaron las heridas, me dieron de comer y me dieron una cama donde dormir. “Cuando era pequeño, mi padre me maltrataba porque yo no era mago como él y me culpaba de que mi madre muriera en el parto. Yo nací siendo un simple niño mortal y eso para ellos era una deshonra. Durante años, todos los días recibía una paliza suya. No iba al colegio, no tenía amigos, no tenía nada, dormía en el sótano de mi casa, pero no en un colchón, dormía en el suelo frío y húmedo.

Las palizas que me daba mi padre cuando estaba sobrio no eran nada comparadas con las que me daba cuando estaba ebrio. Había veces que me pegaba puñetazos, otras veces cogía cosas y me las tiraba encima, otras con el cinturón.

Se pasó así los 18 primeros años de mi vida, pero cuando cumplí la mayoría de edad, me fui y llegué a Glimmerbrook. Estaba hecho polvo, lleno de heridas y cicatrices, lleno de sangre y no tenía donde comer ni dormir. Pero tu padre me encontró y me llevo a su casa. Tus abuelos me criaron como a un hijo, me curaron las heridas, me dieron de comer y me dieron una cama donde dormir.

También me convirtieron en hechicero, era lo que más deseaba, para así poder enfrentarme a mi padre y demostrarle que soy mejor hechicero que él.

Tu padre y yo entrenamos durante años, juntos. Era mi mejor amigo y cuando quise ir a enfrentarme a mi padre, me enteré de que murió al poco de irme yo de casa. Por un lado, me alegré y por otro me sentí decepcionado conmigo mismo por no haberle podido demostrar en lo que me había convertido.

Tu padre me advirtió de que la magia pilla era peligrosa, pero yo no le temía al peligro, es más, me gustaba. Pero no me especialicé en ese tipo de magia para castigar a la gente, me especialicé para castigar solo a las personas como mi padre.”

Gerald paró un momento y miró a Suryan, estaba llorando a mares. Pero por fin, después de mucho tiempo estaba abriendo su corazón y se estaba sintiendo muy bien.

“Un día, cuando teníamos unos 23 años, Alatar y yo nos fuimos al Reino Mágico a hablar con Morgyn Ember, el antiguo sabio supremo, para que nos hiciera las pruebas para convertirnos en los nuevos sabios de la alquimia y de la pillería.

Por suerte, ambos pasamos las pruebas y tu padre se convirtió en el gran sabio de la alquimia y yo en el gran sabio de la magia pilla. Era un sueño hecho realidad, estaba con mi mejor amigo, dominando la magia más peligrosa de todas, en esos momentos de mi vida me sentía pleno y sentía que nada podía ir mal.

Pero llegó Gwen, una mujer preciosa, muy lista y muy habilidosa con la magia indómita. Ella también se convirtió en sabia.

También llegaron Sarah y Scott, ellos eran aprendices, pero eran los mejores en la materia. Sarah se convirtió en la sabia de la magia práctica y Scott en el segundo sabio de la magia indómita.

Los cinco éramos un gran grupo, pero empezaron a apartarme. Que Sarah y Scott me apartaran me daba igual, éramos amigos, sí, pero a mi me importaba Alatar. Él me había devuelto la vida después de salvarme de aquella pesadilla llamada infancia.

Pero Alatar estaba demasiado ocupado con Gwen. Yo no podía controlar mis emociones, me sentía perdido y solo de nuevo, no quería volver a pasar por lo que pasé de pequeño, no quería perder a mi mejor amigo. Se me juntaron tantas emociones que llegó un punto en el que yo ya no las podía controlar… Y de ahí surgió la maldición…”

Gerald volvió a mirar a Luan, esta estaba mirando al suelo, analizando cada palabra de Gerald.

−Tú… ¿mataste a mis padres? −Suryan no podía mirarle a los ojos. No podía creer lo que le estaba contando Gerald

−Déjame acabar Suryan, por favor

Suryan asintió y Gerald prosiguió contando su historia.

“Cuando me quise dar cuenta del daño que estaba haciendo, era demasiado tarde. La gente se odiaba, se peleaban, se rompían relaciones. Sarah y Scott no se hablaban, Alatar y Gwen no paraban de discutir y… tu padre y yo ya no nos hablábamos. Que la maldición saliera de mi no me excluía para sufrir sus efectos. Y eso fue lo que más me dolió, perder la amistad de tu padre por mi culpa.”

Suryan notaba el arrepentimiento en las palabras de Gerald. Era muy buena chica y sabía ver las buenas intenciones, en eso se parecía a su madre.

−Suryan por favor, no te enfades conmigo…

−No lo hago Gerald, pero por favor, termina de contarme toda la verdad…

Gerald miró a Suryan, no estaba enfada, pero si decepcionada con él.

“Intenté arreglarlo, me pasé 15 años buscando una solución, pero cuando la encontré, era demasiado tarde, tus padres habían fallecido.

Antes de fallecer, tus padres nos hicieron prometer que os cuidaríamos siempre, y así hicimos, desde que llegasteis os hemos cuidado todos. Siempre hemos querido lo mejor para ti y tu hermana.

Por eso yo no podía entrenaros, la magia pilla no es lo mejor ni lo más seguro, no podía estar cerca vuestra, no quería haceros daño.”

Esta vez fue Suryan la que miró a Gerald, estaba llorando, era la primera vez que le veía llorar.

−Gerald… Está bien…−Suryan apoyó la cabeza en el hombro de Gerald

“Suryan… no quería haceros daño, de verdad. Pero cuando te vi llegar, se me paró el mundo, me enamoré de ti en cuestión de segundos y no podía estar lejos de ti. Cuando te tenía cerca, todas las emociones que hicieron que tus padres murieran se desvanecían… Por eso estaba en el invernadero, era la única forma de estar cerca de ti sin hacerte daño. Nunca me perdonaré el haber provocado la muerte de vuestros padres, nunca. Sé que tu hermana me odia, al igual que Scott y Sarah, es totalmente comprensible, yo también me odio por lo que he hecho y por lo que os estoy haciendo a vosotras.

No sabía que la maldición iba a recaer sobre vosotras, no me perdonaría jamás si os pasara algo por mi culpa…”

Gerald apretó los puños.

−Ey, por Luan y por mí no te preocupes, somos gemelas, podemos sentir lo que siente la otra y ambas sabemos que nos queremos muchísimo. Además, no hemos llegado a hacer ningún duelo mágico.

−Pero si hubierais llegado… Te lo juro Suryan, nunca hubiera podido aguantar el hecho de perderos… De perderte a ti…

−Gerald, no me vas a perder

− ¿De verdad crees que no soy el malo?

−No has hecho nada, nadie puede controlar sus emociones. Tú no asesinaste a mis padres Gerald

−Si lo hice Suryan…

−No, no cogiste un cuchillo y los mataste. Fue una maldición, no tú.

−Gracias… por escucharme y no salir corriendo como los demás

En ese momento de debilidad, Suryan supo que estaba enamorada de Gerald. Al principio pensaba que se enfadaría con él, pero le cree y sabe que él en el fondo solo quería recuperar la amistad de sus padres.

−No vas a perderme Gerald…

−De verdad, si hay cualquier cosa que pueda hacer por vosotras, dímelo y lo haré

−De hecho… Creo que sí que la hay, pero ya es tarde, mañana te cuento.

Suryan le dio un beso en la mejilla y se fue.

Gerald se quedó toda la noche despierto. No podía creer que Suryan le perdonara, desde luego era una chica extraordinaria.

Se echó en el sofá y se quedó dormido.


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2 comentarios


Marta Perez
Marta Perez
09 jul 2021

me ha encantado este capitulazo wow , lo siento scott pero gerald es gerald

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ysi fer
ysi fer
09 jul 2021

Sabia q mi Gerald no era tan malo! Es peligroso ser sabio y tener emociones, pero no se puede vivir sin ellas, no siento q fuera su culpa jo😔😔😔

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